SANTURBAN EN LA RUTA DE LA BARROSA
- Mauricio Olaya
- 12 ene 2017
- 2 Min. de lectura

La laguna La Barrosa es una de las 37 que se localizan en la geografía del Páramo de Santurban en el departamento de Santander. Su nombre nace por primaria referencia al color oscuro de sus aguas, que al ser una de las menos profundas, permite ver el fondo de las aguas y de cierta manera, percibir tanto líquenes como el fango que conforman sus arenas.
En general, cuando hablamos de las lagunas de Santurban, debemos concebirlas como un complejo o unión de ellas, puesto que para quienes hemos caminado el páramo en búsqueda de esos tesoros hídricos enclavados entre las montañas abrigadas de niebla, por lo general la cercanía entre una y otra es una característica de la zona. De hecho, la Laguna La Barrosa hace parte del complejo lagunar El Tutal, junto a sus hermanas El Plan, La Negra y La Pintada (en su momento le rendiremos el debido homenaje, pues sin duda se disputa el título de joya de la corona de Santurban).









El complejo de laguna El Tutal es hoy una de las zonas de protección especial de la CDMB (Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga )y su acceso se encuentra restringido a los permisos que la autoridad ambiental otorgue, previas solicitudes y definición de los objetivos que mueven la visita.
Para acceder a este paraje, el viajero debe primero llegar al Corregimiento de Berlin del Municipio de Tona, donde parte la vía que al cabo de 45 minutos nos ubica en Vetas, conocido como el Pueblito Blanco de Santander. De allí se continúa por un tramo que conduce hasta el Corregimiento El Tambor, zona de alta minería en la región y tras una corta travesía, se accede a la finca de la CDMB, donde el guía o uno de los guardapáramos conduce a los caminantes hacia su primer destino, la Laguna La Barrosa.







Una travesía de aproximadamente una hora a todo lo largo de un inmenso valle cobijado de montañas y en cuyo base serpentean algunas quebradas, pero por sobre todo, se puede apreciar el gran colchón de agua, verdadera factoría del preciado líquido que hoy garantiza la supervivencia de decenas de municipios de la zona.
El reto llega al enfrentar el paso por el llamado Alto de la Pared, una formación rocosa, oscura y que a manera de filo, cierra el paso tranquilo de la travesía para obligar a un acceso que si bien, bajo la dirección del guía se corona, no deja de ser riesgoso y convocar a la presencia de la adrenalina en el cuerpo de cada caminante.
Al coronar la cima de la pared, se llega al mirador de la laguna, desde donde se aprecia la magnitud de este primer encuentro con la vida y con la naturaleza. Estaremos entonces mirando el altímetro, para corroborar que hemos alcanzado los primeros 3.700 m.s.n.m. de nuestro trayecto por el corazón de Santurban.





















Comments